Poner la intención de valorar las pequeñas cosas, no basar nuestra expectativa de disfrute en lo excepcional. Dejarnos de romanticismos a la hora de esperar que sucedan cosas mágicas, cuando lo realmente único está a nuestro alrededor cada día. De eso se trata.
Y así si algún día llega lo extraordinario, sabremos valorarlo aún más. Mientras tanto, habremos conseguido vivir y disfrutar muchos pequeños momentos satisfactorios y felices.
Sólo tienes que dejarte llevar, cambiar un poquito tu manera de pensar e interpretar el mundo y estar atento a lo que te rodea.
Echa un vistazo y ponlo en práctica, te sentirás mejor.