Cuando comienza la convivencia muchas parejas se sorprenden de que todo aquello que resultaba tan estupendo durante el inicio parece ir tornándose en algo que resulta difícil de estabilizar y de compatibilizar.
Al principio todo es nuevo y supone un reto, hay que conquistar al otro, mostrarse atractivo, compartir momentos de ocio, un bajo nivel de responsabilidades comunes y un alto nivel de expectativas a corto-medio plazo.
Todo ayuda a que la valoración mutua sea positiva, a un intercambio casi siempre gratificante en el que la química cerebral que se activa al «enamorarnos» nos impulsa a querer estar siempre con la otra persona y a comprometernos, en el sentido de querer implicar nuestras vidas y compartirlo todo.
¿Por qué cuando realmente esto sucede, con el paso del tiempo, en algunas parejas se tambalea y no sólo no se mantiene, sino que se convierte en lo contrario?. Son diversos los motivos y específicas las áreas que deberíamos revisar con calma cuando empecemos a percibir que esto está sucediendo:
- Expectativas inadecuadas acerca de nosotros mismos, de nuestra pareja o de lo que una pareja debe ser.
- Desnivel de intercambio de comportamientos agradables y reciprocidad en las diferentes áreas de responsabilidad y ocio compartidos: economía, tareas domésticas, trabajo, familia, amigos, sexo y afecto, hábitos cotidianos, cuidado y educación de los hijos, etc.
- Comunicación inadecuada: ausencia, malas interpretaciones, falta de empatía, imprecisión, juicios de valor, qué decir y cómo decirlo, falta de complicidad, comunicación no verbal , falta de flexibilidad, defecto o exceso de sinceridad, falta de confianza, etc.
- Ausencia o exceso de límites en lo que se refiere a la individualidad e independencia de cada uno.
- Pérdida de perspectiva debida al estrés y al exceso de responsabilidad de quiénes éramos y lo que nos gustaba del otro, desmotivación por cansancio e inercia.
- Exceso de pasividad o de agresividad, luchas de poder.
¿Y qué es lo que no debemos hacer si queremos hacer algo al respecto para sentirnos mejor?
- Hacer como si no pasara nada, esperar que todo se solucione con el tiempo.
- Evitar al otro y escudarnos en amigos, salidas, hijos, familia, actividades de ocio, etc.
- Convencernos de que es el otro el que tiene que cambiar y de que nosotros somos sólo receptores y no podemos hacer nada.
- Seguir manteniendo nuestras expectativas equivocadas y conformarnos con algo que nos hace infelices.
CONCLUSIÓN: Si creo que algo va mal, cuanto antes lo afronte antes podré mejorarlo, en uno u otro sentido. Mantener una pareja requiere esfuerzo, respeto, cariño, y una constante puesta a punto, y puede merecer mucho la pena.
O no, pero cuanto antes lo defina antes podré tomar la decisión de hacer lo que sea más coherente con lo que siento y necesito para estar bien.
El tratamiento de problemas de pareja en consulta resulta bastante eficaz, y no siempre es necesario que acudan los dos miembros (aunque siempre es más completo). A veces es uno de los dos el que considera que debe trabajar y modificar actitudes y comportamientos, o el que necesita pautas para incentivar la relación, y cuando comienza a conseguirlo el efecto que produce en el otro ya es suficiente para dar un giro positivo y sentirse mejor.
Otras veces son los dos los que demandan poner su situación en común, y alguien neutral a quien exponerle de una manera sincera lo que piensan y sienten, alguien que les ayude desde una perspectiva objetiva y con un bagaje profesional y técnico desde el que puede orientarles y ayudarles a que vayan tomando sus decisiones.
En cualquiera de los casos y con psicoterapias individuales y/o conjuntas, nuestra experiencia es que merece mucho la pena vencer el rechazo inicial que puede suponer «sacar los trapos sucios» fuera, y vencer timideces e ideas preconcebidas basadas la mayoría de las veces en el desconocimiento, y atreverse a dar el paso de acudir a un psicólogo especialista. Afrontar y solucionar.