Aunque es una técnica que en su origen y por excelencia se aplica a estrés postraumático e intervención en trauma, tanto simple como complejo, a día de hoy ya ha evidenciado su eficacia a corto, medio y largo plazo, de manera estable, en otros tipos de sintomatología. Más allá del TEPT, el cuerpo de evidencia en crecimiento sugiere el potencial transdiagnóstico del EMDR, mostrando efectividad en una gama de condiciones que incluyen trastornos de ansiedad, depresión, duelo y adicciones. Si bien la solidez de la evidencia varía según la condición, la capacidad del EMDR para reprocesar memorias disfuncionales parece ser un mecanismo terapéutico fundamental aplicable a diversas formas de malestar psicológico. La durabilidad de los efectos del EMDR, evidenciada por estudios de seguimiento, subraya su valor a largo plazo y su potente eficacia.
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