A veces no nos damos cuenta de que lo que pensamos, sentimos o actuamos puede tener una explicación, y necesitamos que alguien experto nos ayude a identificarlo…
No son pocas las veces que nos llegan a consulta padres con sus hijos adolescentes, con situaciones de mucha conflictiva, incluso agresiva, en la comunicación familiar.
Diagnósticos de Trastorno de conducta, Trastorno bipolar, TDHA, etc. Lo que es común al inicio en esos padres es una sensación de lucha perdida, de impotencia, de enfado, de desesperación, de preocupación, y de ausencia de recursos para poder seguir afrontando la situación.
Y en los chicos y chicas, mucha más desesperación, frustración e indefensión. La rabia que manifiestan todos los días no es más que la manifestación defensiva de una profunda tristeza que no se pueden permitir sentir.
Ni siquiera ellos saben lo que realmente sienten y por qué, ni qué les lleva a seguir inmersos en una identidad negativa que han incorporado y que se han acabado creyendo. Por eso actúan así, para sentirse algo coherentes, para no sentirse tan vacíos por dentro, porque en el fondo se sienten rotos, y muy solos.
En el proceso que hacemos con ellos, encuentran un vínculo reparador, les ayudamos a que entiendan, según su propia historia familiar y de apego, y circunstancial, cómo se han construído. Por qué no han podido aprender a regularse emocionalmente de una manera sana, por qué no han podido desarrollar un buen autoconcepto y una adecuada valoración de sí mismos.
El EMDR en este caso, nos ayuda a desensibilizar todo lo anclado a negativo en esas dinámicas familiares, y a empoderar a positivo y a poder establecer creencias acerca de ellos mismos mucho más adaptativas. La idea que tenían de sí mismos, la culpa, la vergüenza, la sensación de inadecuación, y otras tantas, desaparecen para ser sustituídas por motivación, eficacia, ilusión y alegría. Porque por fin pueden sentir que son personas que merecen la pena, tanto hacia sí mismos como para los demás.
Y, en paralelo, trabajamos también con los padres, si tenemos la suerte de que estén dispuestos a escuchar y comprender cómo lo que ellos hacen o dejan de hacer, desde sus propios procesos, influye de manera tan determinante en sus hijos. Y no se trata de culpar a nadie, sino de empatizar con las necesidades y conflictos de cada uno, para poder, siempre desde el cariño y la buena intención, ir cambiando la manera en la que se ven y actúan los unos con los otros.
El resultado es sorprendente para todos, y en la misma medida, gratificante, y desde luego, compensa todos los esfuerzos que implica el proceso.
One response
Your point of view caught my eye and was very interesting. Thanks. I have a question for you. https://accounts.binance.com/ru-UA/register-person?ref=V3MG69RO