Generar desde el vínculo una base emocional tranquila y segura . Esa es la garantía para que puedan ser personas adultas sanas.

El desarrollo infantil nunca sigue un curso lineal y ascendente, y cada una de las progresiones y regresiones que se van produciendo en cada etapa suponen a la vez alegrías, satisfacciones, ansiedades y preocupaciones. Ser padres supone asumir ese coste y aprovechar cada avance para dotar de mayor autonomía a nuestro hijo e infundirle seguridad a través del cariño, y no para bloquear sus necesidades y aspiraciones debido a nuestras propias ansiedades o miedos. No hemos de olvidar que cuando los padres nos equivocamos lo hacemos, en la mayoría de los casos, por un exceso de interés y no por su ausencia, y que afrontar esos errores es lo que nos va a permitir llegar a un conocimiento cada vez más profundo de cómo educarles de forma sana.

Las manifestaciones emocionales y conductuales que nos pueden estar indicando que nuestro hijo puede estar sufriendo algún tipo de problema pueden ser muy variadas y de diversa índole. Un comportamiento inadecuado que se mantiene en el tiempo, tristeza, rebeldía, rabia, introversión, inapetencia, exceso o ausencia de sueño, bajo rendimiento escolar, desmotivación, ausencia de juego, quejas somáticas (dolor abdominal, de cabeza, mareos, vómitos…), mutismo, fatiga constante, angustia incontrolada, etc.

A veces serán más sutiles y a veces se harán más evidentes, pero si estamos atentos y nos comunicamos adecuadamente con nuestros hijos sabremos detectarlas.

Simplemente hay algo que no es del todo normal en cuanto a lo que cabría esperar por su edad y etapa evolutiva, o ya no se comporta como antes y no se le ve feliz.

Llega un momento en el que nuestros cuidados, experiencia y cariño no son suficientes , y lo que antes funcionaba ya no lo hace. O que tenemos dudas acerca de si lo que estamos haciendo es adecuado o no, o no sabemos cómo hacerlo.

Es entonces cuando necesitamos la ayuda de profesionales que nos indiquen cómo  conseguir que su estabilidad y bienestar emocional se recuperen y se mantengan en el tiempo.

Aceptar que tenemos un problema, y asumirlo y afrontarlo pidiendo la ayuda oportuna, son los primeros pasos que nos llevarán a una solución eficaz.